“A la cima
no se llega superando a los demás, sino superándose a sí mismo.”
La motivación, es la gasolina que nuestro cerebro
necesita para convertir nuestras intenciones en actos. Claro ejemplo el de esta
Eurocopa, donde equipos humildes pero con jugadores inmensamente motivados por
poder jugar una competición de esa importancia y representando a su país, están
siendo capaces de obtener grandes resultados frente a equipos mucho más
contrastados.
Sin embargo, tenemos que tener en cuenta que si la
motivación actúa en nuestras mentes a nivel individual, el liderazgo ejerce su
influencia en el grupo. Y es por ello, que un liderazgo efectivo, conseguirá mantener
a cada miembro de ese grupo motivado y convencido en trabajar de forma conjunta
para conseguir las metas propuestas.
CREACIÓN
DE UN BUEN CLIMA MOTIVACIONAL
“Lo imposible es aquello que no intentas.”
No existen pastillas ni fórmulas mágicas para
conseguir estar motivado. La motivación depende de muchos factores (según cada
persona), pero para poder mantenerla y desarrollarla de forma óptima y
duradera, es necesario crear un clima motivacional que lo permita. ¿Cómo?
· Establecimiento
de objetivos constante: objetivos
que supongan un desafío pero alcanzables, que dependan de uno mismo y consensuados
con la otra persona.
· Mirada
interna: ayudarle a conocerse mejor
a sí mismo para poder recordarle todo su potencial.
· Crear un
clima de esfuerzo: valorar y
atribuir los éxitos al esfuerzo y a la capacidad, y por otro lado, aprender de
los errores o fracasos.
· Favorecer
una orientación hacia el éxito: se
consigue cuando intervenimos para reforzar las buenas acciones en lugar de
hacerlo para castigar el error. De esta manera, esa persona estará motivada a
conseguir una meta y no a evitar el castigo que conllevaría no conseguirla (con
el miedo que eso implica).
· Potenciar
el compromiso: que se sienta parte
de ese proyecto.
· Buscar
motivos: saber encontrar aquellos
motivos que mueven a esa persona a intentar mejorar y llegar a una meta.
Recordárselos será una buena forma de recargar pilas.
· Recordar la
parte humana: preguntar sobre su
vida, llamarle por su nombre, agradecer y en definitiva interesarse por alguien
más allá del trabajo multiplica el rendimiento.
DIRIGIR
VS. LIDERAR
“Ir juntos
es empezar, mantenerse juntos es progresar, trabajar juntos es triunfar.”
Las diferencias fundamentales entre dirigir (jefe) y
liderar (líder), residen en que cuando diriges, las personas te obedecen para
conseguir unos resultados a corto plazo. Pero cuando lideras, el grupo actúa por convencimiento,
porque valoran tu figura y el proyecto compartido que se ha generado.
Por tanto, ser capaz de orientarse hacia un liderazgo
efectivo, supondrá tener a todo tu equipo implicado y conseguir que cada uno de
ellos pueda aportar su máximo potencial. Para ello:
· Convencer
vs. imponer: ser capaz de que el
grupo crea en tu discurso en lugar de actuar por una orden. Para ello, será
importante hacerles partícipes y consensuar determinadas decisiones en lugar de
imponerlas.
· Delegar: no significa eludir responsabilidades, sino confiar
en la capacidad del resto de tu equipo.
· Ejemplo y
referente: un buen líder es un
ejemplo para todos en cuanto a su esfuerzo, su potencial y los valores que
quiere representar. Además, es una persona asertiva, que transmite seguridad.
· Buen
motivador: para liderar es
imprescindible motivar. Una persona motivada, es una persona convencida y con
rendimiento (podemos aplicar los consejos detallados en el apartado anterior).
· Empatía: una cualidad fundamental es tener la capacidad de
empatizar con la otra persona, es decir, entender sus situaciones conectando
con su parte más humana.
· Generar
un clima de confianza y optimismo: significa
apostar por el aprendizaje, tolerar el error, confiar en tu gente y generar un
proyecto donde las personas puedan desarrollarse sin centrarse exclusivamente
en los resultados.
· Trabajo
en equipo: potenciar la cooperación
y el trabajo en equipo en lugar de las individualidades y el egoísmo.
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