“Después de
que una empresa de paraguas intentara llevar a sus comerciales a abrir mercado
en el desierto y que casi todos ellos rechazaran la oferta, estos acudieron al
último que les quedaba, un vendedor que aceptó, porque pensó que nadie más allí
estaría vendiendo lo mismo que él.”
En esta anécdota vemos cómo lo que en principio resulta
un problema, se puede acabar convirtiendo en una oportunidad o reto; clave
esencial para empezar a ser más productivo.
Aunque hoy en día esta productividad se nos exige en
la mayoría de los ámbitos de nuestra vida, hay diferentes motivos por los que
no acabamos de conseguirla.
Ahora bien, si realmente estás decidido a lograrlo,
hay una serie de pasos que debes de seguir. Lo primero, es conocerte bien a ti
mismo para saber qué aspiraciones y
motivaciones tienes y adónde te
puedes enfocar para conseguir lo que te propones.
El siguiente paso será marcarnos objetivos constantemente. Estos objetivos deben ser a
corto plazo, muy concretos y con fecha límite. Los puedes dividir en:
·Objetivos
óptimos: son aquellos que te harán
marcar la diferencia con el paso del tiempo, pero exigirán más de ti.
Lo importante es que consigas estar entre uno y otro
de manera que esto te permita seguir avanzando.
Una vez los objetivos estén marcados, debes empezar a
gestionar bien tu tiempo, es decir,
organizarte y planificarte de forma que tengas bien cubiertas tus demandas
productivas pero consiguiendo sacar tiempo para ti, para tu tiempo libre, donde
puedas desconectar y disfrutar de todas las posibilidades que tiene tu vida.
Un tiempo libre, en el que te aconsejo que tengas en
cuenta el deporte, ya que además de mejorar tu salud, te liberará del estrés y hará
que tengas la mente más despejada.
Hecho todo esto, empieza el día. Después de haber
tenido un buen descanso (es importante descansar y dormir alrededor de las 8h),
lo primero es encontrar la forma de activarte. Para esto, hay que desayunar
bien, controlar la alimentación el resto del día (las comidas pesadas producen
más sueño) y arrancar haciendo aquello
que menos te guste, siempre al principio, para no ir cargando con ello durante todo
el día.
Por último y puede que lo más complicado para algunas
personas: cambiar el “tiene que estar perfecto” por el “puede ser bastante
bueno”.
Digo que será lo más complicado, porque ser perfeccionista
es un rasgo de carácter que supone ser excesivamente exigente con uno mismo y
con los demás, generando ansiedad y mucha frustración porque rara vez se llegan
a cumplir las expectativas. También, este perfeccionismo lleva a perder mucho
tiempo en algunas tareas en lugar de poder invertirlo en muchas otras cosas.
Si estás en este grupo, controla ese rasgo, reduce un
escalón tu nivel de exigencia y cuando
acabes algo, permítete el “lujo” de valorártelo y disfrutar de tu éxito.
¡A partir de hoy ya no
tienes excusa para aprovechar tu tiempo al máximo y multiplicar tu
productividad!
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