“La naturaleza, para ser gobernada,
debe ser obedecida.”
Francis Bacon, padre filosófico de la revolución
científica, ya sostenía que para utilizar el potencial de la naturaleza en
nuestro beneficio, primero había que admitir la realidad y adaptarse a ella. Este consejo se aplica tanto al mundo que nos
rodea como a nuestra vida interior, nuestras emociones.
Para entender mejor todo esto, imaginemos que
inyectamos agua en una tubería atascada. En este caso, la presión aumentaría y
el riesgo de que reventase sería mucho mayor que si el agua fluyese libremente
a través de una tubería limpia.
Lo mismo pasa con nuestras emociones; una
acumulación de sentimientos negativos no liberados puede acabar provocando un colapso
emocional y esto es un riesgo que podemos evitar.
En este sentido, lo primero que debemos hacer es ser capaces de darnos cuenta de lo que nos
está sucediendo internamente y aceptar esas emociones evitando negarlas. Lo
mejor para esto, es poder expresar lo que nos pasa verbalmente o por escrito,
en lugar de dejar que nuestros pensamientos den vueltas constantemente por
nuestra cabeza.
Ahora bien, esto no significa que todo eso que
pensamos y sentimos nos tenga que gustar o que implique resignarnos,
simplemente nos concedemos el permiso,
el espacio y el tiempo adecuado para sentir lo que nos está pasando en cada
momento y así tratar de superarlo.
De esta manera, estamos dando un paso más, un
paso de madurez en el que hay una aceptación activa de esas emociones para que
éstas no nos puedan influir de forma negativa ni disfuncional. Y es que tener
la capacidad de sentir, nos hace únicos y sobre todo nos hace estar vivos.
Si no
nos permitimos sentir o experimentar emociones negativas como la tristeza, la rabia, la vergüenza etc. (tan
reprimidas en nuestra sociedad), tampoco
estaremos en disposición de sentir las emociones positivas de forma plena. Todas
las emociones fluyen a través del mismo canal emocional, y por tanto, el no
vivir las emociones negativas de la misma manera que vivimos las positivas, supondrá
alejarnos de la posibilidad de ser felices.
¡Escucha tus
emociones, exprésalas, atrévete a sentir!
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