EL ENTRENAMIENTO PSICOLÓGICO INTEGRADO EN EL FÚTBOL

31 mar 2016

Teniendo en cuenta que el fútbol consta de una parte técnica, una táctica, una física y otra emocional, ¿qué porcentaje le asignaríamos a cada una de éstas áreas para conseguir el éxito? La respuesta variará en función de a quién le preguntemos, pero lo cierto, es que hoy en día la diferencia la marcan los equipos y jugadores que mejor preparados están psicológicamente.

Es evidente que en el fútbol cada vez vamos más encaminados al entrenamiento integrado, y para esto es esencial que la psicología también pueda adaptarse a estas necesidades y demandas tratando de proponer trabajos innovadores y sobre todo, que las fronteras se puedan ampliar de tal manera que este entrenamiento pueda ser algo habitual y cada vez más utilizado.

En este sentido y entrando en materia, de lo que estamos hablando es de intentar integrar los objetivos psicológicos en la programación y en la metodología de entrenamiento habitual de un equipo de fútbol. Para ello, yo divido el trabajo en 4 grandes objetivos:

1. Cohesión y comunicación
En cuanto a este primer objetivo, algunas de las claves en las que podemos basarnos son: potenciar la autonomía de los jugadores dentro del equipo, reforzar los papeles de los líderes para fortalecer el grupo, diseñar tareas y juegos con los que provocar una constante comunicación y toma de decisión conjunta…

2. Atención/concentración
En este punto, es importante actuar sobre el número y el tipo de reglas de cada tarea (cuantas más tareas haya y más complejas sean, más concentración van a requerir). Aparte, también podemos proponer una progresión por series e introducir muchas transiciones donde el cambio de chip constante “obligue” a estar en continua atención al juego.

3. Autoconfianza
Lo que debemos condicionar en este tercer objetivo, es qué objetivos tácticos queremos priorizar esa semana y reforzarlos cuando se tenga éxito. Para lograrlo, hay que adaptar las reglas (de las tareas) para que se consiga el éxito el mayor número de veces posible.
Por ejemplo: si queremos que el equipo coja confianza a nivel defensivo las dimensiones serán más reducidas, el número de jugadores se equiparará y reforzaremos las puntuaciones en esta dirección.

4. Control de la activación
En este último punto, lo primero que debemos detectar es si queremos aumentar o disminuir la activación.
Si queremos aumentarla, propondremos tareas y entrenamientos más complejos, incluso con partes físicas más duras, y sobre todo con elementos que hagan tener una exigencia muy parecida a la que se tendrá el día del partido. Si por el contrario queremos disminuirla, propondremos tareas más fáciles de asimilar, con más éxito y donde se cree un clima más distendido.

Cabe destacar, que esto sólo es una base a partir de la cual cada profesional puede empezar a trabajar y a profundizar, pero que el objetivo final es que consigamos introducir cada vez más el entrenamiento psicológico en el fútbol hasta llegar a normalizarlo, consiguiendo a la vez jugadores más preparados y equipos con más rendimiento sin que las demandas físicas y técnico-tácticas se vean perjudicadas.

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