Teniendo en cuenta
que el fútbol consta de una parte técnica, una táctica, una física y otra
emocional, ¿qué porcentaje le asignaríamos a cada una de éstas áreas para
conseguir el éxito? La respuesta variará
en función de a quién le preguntemos, pero lo cierto, es que hoy en día la diferencia la marcan los equipos y
jugadores que mejor preparados están psicológicamente.
Es evidente que en el
fútbol cada vez vamos más encaminados al entrenamiento integrado, y para esto
es esencial que la psicología también pueda adaptarse a estas necesidades y
demandas tratando de proponer trabajos innovadores y sobre todo, que las
fronteras se puedan ampliar de tal manera que este entrenamiento pueda ser algo
habitual y cada vez más utilizado.
En este sentido y
entrando en materia, de lo que estamos hablando es de intentar integrar los objetivos psicológicos en la programación y en la
metodología de entrenamiento habitual de un equipo de fútbol. Para ello, yo
divido el trabajo en 4 grandes objetivos:
1. Cohesión y comunicación
En cuanto a este
primer objetivo, algunas de las claves en las que podemos basarnos son:
potenciar la autonomía de los jugadores dentro del equipo, reforzar los papeles
de los líderes para fortalecer el grupo, diseñar tareas y juegos con los que
provocar una constante comunicación y toma de decisión conjunta…
2. Atención/concentración
En este punto, es
importante actuar sobre el número y el tipo de reglas de cada tarea (cuantas
más tareas haya y más complejas sean, más concentración van a requerir).
Aparte, también podemos proponer una progresión por series e introducir muchas
transiciones donde el cambio de chip constante “obligue” a estar en continua
atención al juego.
3. Autoconfianza
Lo que debemos
condicionar en este tercer objetivo, es qué objetivos tácticos queremos
priorizar esa semana y reforzarlos cuando se tenga éxito. Para lograrlo, hay
que adaptar las reglas (de las tareas) para que se consiga el éxito el mayor
número de veces posible.
Por ejemplo: si queremos
que el equipo coja confianza a nivel defensivo las dimensiones serán más
reducidas, el número de jugadores se equiparará y reforzaremos las puntuaciones
en esta dirección.
4. Control de la activación
En este último punto,
lo primero que debemos detectar es si queremos aumentar o disminuir la
activación.
Si queremos
aumentarla, propondremos tareas y entrenamientos más complejos, incluso con
partes físicas más duras, y sobre todo con elementos que hagan tener una
exigencia muy parecida a la que se tendrá el día del partido. Si por el
contrario queremos disminuirla, propondremos tareas más fáciles de asimilar,
con más éxito y donde se cree un clima más distendido.
Cabe destacar, que
esto sólo es una base a partir de la cual cada profesional puede empezar a
trabajar y a profundizar, pero que el objetivo final es que consigamos
introducir cada vez más el entrenamiento psicológico en el fútbol hasta llegar
a normalizarlo, consiguiendo a la vez jugadores más preparados y equipos con
más rendimiento sin que las demandas físicas y técnico-tácticas se vean
perjudicadas.
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